Análisis de una xilografía japonesa bajo la pregunta: ¿Por qué tuvo
tanto éxito esta obra tanto en Japón como en occidente?
El Puente Ôhashi en Atake bajo una
lluvia repentina
(Ôhashi atake no yûdachi 大はしあたけの夕立)
Son varios los motivos que conducen
esta obra a ser una de las más conocidas de Hiroshige, no sólo en
Japón sino también en occidente, y ello se debe tanto a factores
intrínsecos de la obra como a externos.
En primer lugar se ha de tener en
cuenta la evolución de la xilografía o ukyo-e como arte
mayor durante el período Edo (1603-1868). Al principio, las
limitaciones técnicas a la hora de realizar una estampa hacían que
a nivel artístico no fueran tan valoradas como las pinturas sobre
seda o papel, y a nivel comercial tenían un público muy limitado,
ya que el tema principal de este género era el de retratos de
personajes históricos, literarios, actores y concubinas famosas, por
lo que para apreciarlas y comprarlas el espectador había de tener
unos mínimos de conocimiento en teatro o historia clásica. Con la
introducción de la temática meisho (paisajes
y lugares famosos de la geografía japonesa) el acceso a las estampas
se extendió a un mayor número de personas, que ya no necesitaban un
bagaje académico de entrada para apreciar las obras visualmente, y
además el precio era razonable para la época (similar al precio de
la comida de un día).
Hiroshige,
siguiendo la estela de Hokusai (del que fue discípulo), se centró
en este género para dar rienda suelta a su creatividad. No sólo
reflejaba lugares conocidos por el espectador, sino que también los
asociaba a diferentes estaciones del año, sensaciones poéticas o
empleaba puntos de vista poco usuales, centrando la atención en
objetos cotidianos o situaciones cercanas al ciudadano de a pie.
Otro
punto importante acerca del contexto histórico es el del incremento
de viajes realizados por el interior de Japón. Tanto de negocios
como de placer, muchos viajes tenían la capital del Este como
destino final o de paso (como por ejemplo los que recorrían la
famosa ruta de Kisokaido,
que unía Kyôto y Edo) y muchos de los visitantes querían llevarse
un recuerdo a casa de su estancia en la ciudad. Las estampas
adquieren entonces un valor comercial nunca visto: relativamente
baratas de producir y con una gran tirada rápida de editar, las
estampas eran un negocio lucrativo, tanto que muchas de las tiendas
de la ciudad se trasladaron a las afueras o a las intersecciones para
captar a los viajeros y evitar la competencia de otras editoriales
más céntricas. La estampa de El puente Ôhashi en Atake
bajo una lluvia repentina no es
una excepción en este aspecto. A pesar del componente artístico de
la obra, la colección a la que pertenece fue encargada por el editor
Uoya Eikichi con fines comerciales. En el caso de las xilografías,
es tan importante la figura del autor (que hace el diseño) como la
de su editor (que financia las tallas y la producción de las
estampas y las distribuye), y también del artesano que talla las
piezas de acuerdo con el diseño del autor.
Un aspecto destacable de la colección,
que la diferencia incluso de otras hechas por el propio Hiroshige, es
el tema escogido para ella: Edo, sobretodo teniendo en cuenta el
contexto histórico. A partir del desembarco de los “barcos negros”
en 1853, la ciudad cambió prácticamente de la noche a la mañana.
Además, un terremoto en 1855 (de magnitud 7.1 en la escala de
Richter) arrasó gran parte de la capital, con más de 10.000 muertos
y 16.000 fallecidos. En un momento en el que la población parecía
perdida en el mar del progreso forzado, ver la ciudad de Edo
retratada con tanta naturalidad y belleza, con tanta cercanía al
espectador, incluyendo lugares típicos y tradicionales, el río
Sumida o los puentes de madera, era ciertamente un descanso:
resultaba una colección muy atractiva tanto para el ciudadano
autóctono como para el turista.
El puente Ôhashi en Atake bajo una
lluvia repentina es una obra
vertical, y está dividida en tres planos. En primer plano tenemos el
puente Ôhashi, dibujado desde un planeo aéreo y abrupto, que en
lugar de reflejar la largura del mismo, se centra sólo en un pequeño
fragmento, para expresar aún más el breve espacio temporal en el
que se sitúa la obra. Sobre él hay siete figuras humanas que corren
hacia ambos lados del puente para refugiarse del aguacero, que parece
haber empezado a caer de pronto, sorprendiéndoles a medio camino. En
segundo plano se halla el río Sumida, ancho y abundante, y que
gracias a la composición inclinada de línea de la orilla da la
sensación de que se vaya a desbordar de un momento a otro a causa de
la lluvia. Sobre el río rema un solitario navegante sobre una balsa,
que extrema aún más la sensación de grandeza de las aguas. El
tercer plano muestra una orilla a la lejos, oscurecida debido a la
distancia sobre los ojos del espectador y a las nubes negras que
cubren la escena. En aquella orilla se hallaban los almacenes del
Shôgun, en los que se guardaban barcos militares, como el
Atake-maru, y pese a que se consideraba tabú incluir referencias al
shogunato en este tipo de obras, se pueden entrever en la xilografía
de Hiroshige. También se puede vislumbrar en el extremo derecho de
la orilla la silueta de una torre de bomberos.
Los
tres planos de la obra quedan unidos gracias a la lluvia torrencial
que cae sobre el lugar. Para lograr el efecto caótico y aleatorio de
las gotas de agua, Hiroshige diseñó las más de 100 líneas que
componen la lluvia en dos planchas de madera diferentes, para que
fueran estampadas una sobre la otra y quedara más natural.
Debido
a la limitación de los colores que se utilizaban en una xilografía
en la época (a más colores, más planchas de madera eran necesarias
y más cara su producción, aunque las planchas se aprovecharan
tallándolas por ambos lados), Hiroshige emplea diferentes técnicas
para lograr efectos de profundidad en el río y en la lejanía de la
orilla, como por ejemplo el bokashi,
que consiste en eliminar el groso de la pintura de las planchas de
madera para conseguir una gradación fluida del color y parezca
difuminado. Los colores clave son el azul prusiano (muy famoso en las
obras de este autor, hasta el punto de llamarlo “Azul Hiroshige”),
el gris y el marrón. Lo que más llama la atención al espectador es
el punte de madera, no sólo por la cercanía sino porque también
destaca con su color claro sobre el fondo azul y grisáceo del
conjunto de la obra.
Efecto Bokashi
La
influencia de esta obra años después en occidente no se entendería
sin el papel que realizaron algunos personajes de la época,
voluntaria o involuntariamente, con el que crearon puente cultural
entre oriente y occidente que puso en boga el gusto por el
japonesismo en países
europeos y en Estados Unidos. El libro que publicó el famoso oficial
Matthew C. Perry en 1856 sobre su estancia en Japón, fue importante
para la difusión de la obra de Hiroshige, ya que en él se
encontraban numerosas ilustraciones suyas, muy admiradas por el
estadounidense. El arquitecto Frank Lloyd Wright también dio a
conocer al autor Japonés, ya que gracias a las estampas que importó
de Japón se realizó la primera retrospectiva dedicada a Hiroshige,
en el Instituto de Arte de Chicago en 1906. Muchas de sus obras se
exponen hoy en día en museos estadounidenses y europeos, como por
ejemplo En Hara: Monte Fuji con el resplandor de la mañana
(1833), influenciada por
Hokusai, que se encuentra en el Museo de Newark (EEUU); o el de
Fuegos artificiales sobre el puente Ryôgoku (1857),
en el British Museum de Londres (UK).
En la
década de los 70, James McNeill Whistler compuso una serie de
pinturas nocturnas influenciado por Hiroshige, pero nada fue tan
decisivo como el hecho de que un pintor europeo tan famoso como
Vincent Van Gogh versionara esta xilografía de Hiroshige (Serie
japonesa: Puente bajo la lluvia. 1887)
para que muchos otros autores se influencien en él, incluso en la
actualidad. Kanji Nakamura y su Hiroshige and the Goldfish
(1926), la francesa Fabienne Delacroix con Les Amants de la
Passerelle, el brasileño Vik
Muniz y El monte Fuji visto desde el mar Satta según
Hiroshige (2009) o la británica
Emily Allchurch con la serie Tokyo Story 2011
(Cherry blossom; Lotus Garden...) son
un claro ejemplo de lo viva que sigue la obra de Utagawa Hiroshige y
de cómo su influencia rebasa fronteras y épocas.
Van Gogh. Serie japonesa: Puente bajo la lluvia. 1887
En definitiva, para
comprender las repercusiones que una obra ha tenido en la historia es
necesario conocer el contexto histórico en el que se creó, con qué
fin se creó (en este caso comercial y artístico), qué temática
empleó y para qué público estaba pensado, de quién se influyó y
para quienes fue fuente de inspiración, el material y el proceso de
creación, las características propiamente artísticas de la obra,
la vida y personalidad del autor (aunque no en todos los casos se da
este punto) y por último qué factores ajenos a la obra en sí
incidieron en su difusión.
Fabienne Delacroix. Les Amants de la Passerelle
Kanji Nakamura. Hiroshige and the Goldfish, 1926
Izquierda: Utagawa Hiroshige, Suigin Grove and Masaki. Derecha: Emily Allchurch, Cherry Blossom
Izquierda: Utagawa Hiroshige, Monte Fuji visto desde el mar Satta. Derecha: Viz Muniz, [...] según Hiroshige.
Izquierda: Utagawa Hiroshige, Irish Garden. Derecha: Emily Allchurch, Lotus Garden.
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