Reseña que hice para la asignatura de Historia Contemporánea del Asia Oriental en 2015.
La Xina
que arriba
La Xina
que arriba es un ensayo escrito por Manel Ollé, profesor de historia en la
Universidad Pompeu Fabra.
La primera
cosa a tener en cuenta es que se publicó hace seis años [cuando escribí la reseña], por lo que aquella
información que proporciona de “actualidad” hace referencia especialmente a los
años 2008-2009. La segunda es que es un libro que, si bien parece estar
destinado a un lector que quiera aprender más del país asiático, la continua
utilización de vocabulario específico y referencias ejemplificadoras sin
explicar o desarrollar (Pequeño Timonel, espíritu de la conferencia de Bandung,
Cuatro Modernizaciones...) hace que el lector indicado para extraer el máximo
rendimiento de este ensayo sea uno con un mínimo de conocimiento previo sobre
la materia.
Este es un
libro escrito de manera personal, es decir, escrito a partir de la experiencia
y conocimiento sobre la materia del profesor Ollé, que selecciona una serie de
temas considerados relevantes para dibujar una amplia imagen sobre el país
asiático en la actualidad. En él reitera en numerosas ocasiones que el objetivo
de este ensayo es invitar a la reflexión, e intentar mostrar tanto las luces
como las sombras de una China que nos llega a partir de datos económicos,
opiniones contradictorias y una dicotomía entre la concordia y la discordia que
suscita el auge del gigante asiático en el plano internacional, sin entrar
nunca a dar “diagnósticos definitivos” sobre la materia.
Como la
propia introducción del libro explica, Ollé se basa en una perspectiva de “tres
tiempos” para hacer su estudio del país asiático. En primer lugar está el de
larga duración, que contiene el bagaje cultural e histórico que ha ido
definiendo el desarrollo de la mentalidad de la población China, diferente (ni
mejor ni peor) a la que se pueda tener en occidente, y que comporta una serie
de diferencias (por ejemplo en conceptos como ley o libertad) que hay que tener
en cuenta en el relativismo cultural con el que analizamos “al otro”, a la vez
que se ha de hacer un ejercicio consciente para deshacerse de prejuicios y
mitos concebidos desde el etnocentrismo euroamericano.
La segunda
perspectiva la sitúa en los últimos doscientos años de historia transcurridos,
que incluyen tanto el período de las “humillaciones”, con los tratados
desiguales y las Guerras del Opio, como el período maoísta de agitación social
y revolución. Esta perspectiva es importante para hacerse una idea de dónde
viene la actitud prudente y pragmática del actual gobierno del Partido
Comunista de China, que tiene todavía presente las consecuencias de las
“improvisaciones” de la Revolución Cultural y el Gran Salto Adelante, nada
favorables para el desarrollo económico del país (como mínimo en lo que a
calidad de vida se refiere), y de por qué incide en la promoción del “orgullo
nacional” como herramienta para combatir voces contrarias a las políticas del
PPCh y mantener unida hasta cierto punto a la población con un objetivo
común.
Por último,
la última perspectiva desde la que analiza la actualidad de China se centra en
los últimos treinta años de su historia, en el desarrollo del “socialismo de
mercado” aplicado por la cúpula del PCCh con Deng Xiaoping a la cabeza, que ha
llevado al país a ser una gran potencia emergente a nivel internacional. Es una
perspectiva más concreta, que se centra en identificar los problemas o aspectos
positivos derivados de la modernización, y de cómo muchos de ellos ya existían
con anterioridad, como la distribución desigual de la riqueza entre zonas
urbanas y rurales, la corrupción y la coerción (directa e indirecta) del
gobierno sobre los ciudadanos.
La división
del libro es un poco confusa, puesto que no sigue un orden cronológico ni
aparentemente temático claro, y entremezcla diferentes acontecimientos y
reflexiones a lo largo de los tres episodios de los que se compone el
ensayo.
Comienza con
un capítulo dedicado a comentar la dificultad que supone hacer un estudio sobre
un país en clave de futuro, puesto que es, según Ollé, predecir lo que
ocurrirá, por lo que se remite continuamente a sucesos del pasado para analizar
el presente (aunque en ocasiones sí vaticina algunos acontecimientos, como la
subida al poder de Xi Jinping en el relevo de los dirigentes del PCCh). Sin
embargo en dicho episodio también se hace eco de los Juegos Olímpicos, del
escándalo de la leche en polvo con melanina o de las deficiencias del sector de
la construcción, y de la parte “oculta” de la sociedad que critica a los
gobernantes con chistes o juegos de palabras (shunkouliu 顺口溜).
En la
segunda parte del libro se profundiza en el tema de las “tres perspectivas”
explicadas con anterioridad, haciendo hincapié en el plano internacional y el
papel del China en la globalización económica y social. También en este
capítulo se abarcan diferentes temas, tales como la importancia de la familia,
el etnocentrismo con el que el país asiático también observa a occidente
(“intromisiones extranjeras con conceptos ajenos a la cultura china”), o el
papel del Partido Comunista de China como garante de la estabilidad que impide
que la sociedad se aboque al caos o luan según sus defensores o bien
como ostentador del monopolio del poder dictatorial que censura y controla a la
población según sus detractores.
Por último
se abre un capítulo que profundiza más en la tercera perspectiva, la de los
últimos treinta años, aunque de nuevo hace referencias a hechos anteriores. Uno
de los temas más extensos es el papel que juega el Partido Comunista de China
en diferentes aspectos de la vida de la población, como por ejemplo el abandono
del sistema “cuenco de hierro” para dar paso al modelo empresarial más
“capitalista”, pero sin la cobertura del sistema de paro o de pensiones con las
que cuentan otros países (algo que no fomenta la “sociedad de consumo”,
especialmente en las zonas rurales). La crisis europea y americana del 2008 ha
hecho que de una producción orientada a la exportación, se plantee un nuevo
enfoque más interno, por lo que si se quiere generar consumo es posible que se
hayan de producir cambios en las políticas económicas en vistas a largo plazo.
El papel del PPCh también se menciona en cuanto a la restricción del uso de las
redes sociales y de Internet, y es que la importancia de los medios de
comunicación y las nuevas tecnologías es un tema que, como muchos otros, se
menciona periódicamente a lo largo del ensayo y tiene un papel destacado. La
censura de webs y blogs por parte del gobierno, la renovación de los
reclamos “nacionalistas” del Partido enfocado a la juventud, el acceso a la
información de la que disponen los ciudadanos de a pie, generalmente de las
áreas metropolitanas... todos ellos dejan entrever una ventana abierta a
numerosas posibilidades de cambio político en función de su futuro desarrollo
en el país y del control que consiga ejercer el PPCh.
Una vez
leídas todas las partes, considero que aunque en la mayor parte del libro se
cumplen las pautas que el autor se había impuesto, como por ejemplo ofrecer
varios puntos de vista (tanto buenos como malos) de los acontecimientos o bien
crear una serie de preguntas que inviten a la reflexión, su intención de no
ejercer juicios de valor (o diagnósticos) definitivos no siempre queda clara:
en ocasiones asevera opiniones personales que puedo o no compartir, y que no es
del todo evidente si las utiliza para despertar una reacción contraria al lector
o bien define lo que él considera la “China real” (rascacielos de Shanghai como
símbolos fálicos; 'una de las sociedades más insolidarias y competitivas que
uno se pueda imaginar...'; 'la horrible chinoiserie'...).
A nivel
personal no creo que el libro me haya resultado tan productivo como preveía.
Muchos de los temas planteados se utilizan como pie a reflexionar sobre la
“realidad” de China y no se profundiza demasiado en ellos, por lo que de
interesarse por alguno en concreto requiere de una búsqueda de información
externa para ampliar la información. En el aspecto de motivar al
auto-enriquecimiento sí encuentro positiva la lectura. Sin embargo, la mayor
parte de temas ya los había tratado con anterioridad a lo largo de la carrera,
por lo que me ha servido más de repaso que de adquisición de conocimientos o de
puntos de vista novedosos, y el hecho de que fuera escrito en 2009 hace que la
información de actualidad destacada no sea tan de “actualidad”. Además, uno de
los pocos acontecimientos que no conocía y me ha suscitado interés, la carta
del 08, aparece erróneamente como la carta del 88 al principio, así que si
puede haber fallos de este tipo me hace cuestionar si no habrá más que haya
pasado por alto. En conclusión, creo que La Xina que arriba me hubiera
podido parecer más interesante de haberlo leído a principios de la carrera y no
a finales, aunque un repaso general del país asiático nunca viene mal.
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