Esta reseña fue escrita para la asignatura a Política del Asia Oriental (2º curso).
Zhao Ziyang, Prisionero del Estado: El diario clandestino de un primer ministro
Zhao
Ziyang, Prisionero del Estado: El diario clandestino de un primer
ministro, Granada: Algón
Editores, 2011, 438pp. ISBN: 978-84-937218-7-9
Prisionero
del Estado es una obra que
recopila las memorias de Zhao Ziyang, primer ministro de la República
Popular China y Secretario General del Partido Comunista Chino.
Grabadas en unas 30 cintas de 70 minutos de duración (mientras se
hallaba en arresto domiciliario) se encuentran las vivencias,
opiniones, remordimientos y trifulcas que Zhao vivió desde que fue
líder del Partido en Sichuan hasta los días de confinamiento en su
casa.
Recopiladas
tras su muerte en 2005, las cintas han sido transcritas, traducidas y
editadas por Bao Pu (hijo de Bao Tong, allegado de Zhao Ziyang y
ex-secretario político del Comité Permanente del Politburó,
actualmente en arresto domiciliario), Adi Ignatius (redactor jefe del
Harvard Business Review)
y Renee Chiang. Como en el mismo libro explican los editores, la
redacción de Prisionero del Estado
no se corresponde al orden cronológico de los sucesos históricos ni
al de las grabaciones de Zhao (a excepción de los sucesos de
Tiananmen, de especial sensibilidad e importancia para el ex-Primer
Ministro, que va en primer lugar); también se ha recortado su
contenido en aras de hacerlo más comprensible y menos repetitivo. A
su vez, han conservado la perspectiva en primera persona de la
narración, dejando que sea Zhao el que hable a través de sus
editores.
Teniendo en cuenta todo esto y que el ejemplar con el que expongo
este trabajo es la versión traducida al castellano del inglés, es
fácil comenzar a leer este libro con recelo y visión crítica ante
un contenido tan alejado de su origen. Pero extrañamente, al poco de
empezar a leerlo no he podido evitar abandonar esa perspectiva y
sentirme cercana al sufrimiento que profesa Zhao Ziyang al explicar
desde su punto de vista los motivos (y consecuencias) que llevaron a
Deng Xiaoping proclamar la Ley Marcial para contrarrestar las
manifestaciones de los estudiantes concentrados en Tiananmen. Este es
un libro que no pretende ser objetivo: a través de las palabras de
Zhao puede verse el afecto que sentía por algunos de sus camaradas
(como Hu Yaobang), de la animosidad que le despertaban otros (Li Peng
o Li Xiannian), y del respeto que profesaba a algunos de los
veteranos pese a no compartir sus puntos de vista en materia política
o económica (Chen Yun). Mucho de su contenido es difícil de
contrastar (en algunas ocasiones los editores corrigen algún año o
dato que da Zhao), y por lo tanto he decidido no poner en duda todo
lo que se plantea, si bien no descarto que parte de sus grabaciones
las hizo deseando una posterior revisión de su caso que finalizara
con el arresto domiciliario, por más que él lo niegue.
A continuación centraré mi atención en 3 puntos que, a mi
entender, son clave en la lectura de Prisionero del Estado: la
visión económica de Zhao (que abogaba por un mercado más libre y
con participación en el marco internacional), su relación con Deng
Xiaoping y en cómo afectó esta a la masacre de Tiananmen, y por
último de su opinión acerca del Estado de la Ley (y de cómo ésta
marca su personalidad en los últimos días de su vida).
El Verdadero Arquitecto de la
Reforma
Zhao Ziyang fue un hombre pragmático. Tradicionalmente en las
políticas económicas del PCCh se consideraba a China como un gran
bloque, propias de una 'dictadura socialista' y en gran parte debido
a la obsesión del gobierno por unificar a la población. En cambio,
Zhao vio el potencial que tenía un país tan grande y tan variado
como el suyo. Si los tigres asiáticos, más pequeños, habían
conseguido tal grado de desarrollo y crecimiento, ¿por qué no lo
lograba China?.
Desde su primer viaje en el extranjero pensó en las ventajas de
explotar la tierra para aquello en que era adecuada. En un país en
el que la autosuficiencia fue uno de los grandes objetivos, se echó
a perder la oportunidad de especializarse en los sectores (en este
caso agrarios) en los que era bueno, dedicándose de lleno al
producto de grano y alimento. Zhao pensó que si China intentaba
navegar sola por el mundo se ahogaría. A nivel de materias primeras,
dividió el conreo por zonas geográficas e importó el grano
necesario para garantizar la alimentación de la población. En poco
tiempo, la producción aumentó en sobremanera y los campesinos
vieron por fin la recompensa a su esfuerzo.
La mejora de la producción, unida a la implantación de una economía
de mercado en el que los campesinos podían vender libremente los
excedentes (incluso al Estado, como en el caso del algodón),
hicieron que el nivel de vida de muchas personas mejorara.
También en el caso de la industria Zhao tuvo visión de campo.
Siguiendo la estela de las ZEE de Deng Xiaoping, el ya Primer
Ministro de la RPC decidió darle a las zonas costeras la oportunidad
de crecer que tantas veces habían deseado y perdido por 'culpa' de
un desarrollo económico en bloque lento y poco acusado. Si se
enfocaba la producción de estas zonas hacia el comercio exterior
aprovechando la mano de obra barata y la buena infraestructura de la
que poseían podían atraer capital extranjero y propiciar un
crecimiento rápido y notable. A pesar de las críticas que recibió
Zhao Ziyang desde las zonas interiores por 'hacer aún más ricos a
los que ya son ricos', creo que el desarrollo progresivo del exterior
al interior no solo fue acertado, sino que ya ha quedado demostrado
que fue la mejor opción que podía haber tomado China. Lo chocante
es ver cómo en la actualidad, debido a todos los problemas políticos
que sufrió, el PCCh haya decidido quitarle la autoría a Zhao de
estas políticas y que se hayan englobado en las 'cuatro
modernizaciones' de Deng Xiaoping. Es cierto que el 'pequeño
timonel' fue en última instancia el que permitió que todo
sucediera, pero es triste que, como siempre, el Partido Comunista
piense antes en dar una imagen que les beneficie antes que reconocer
a aquellas personas que han hecho algo beneficioso para su población.
¿Estaba alejada la visión de Zhao del Comunismo en aumentar las
diferencias de poder adquisitivo entre las zonas del interior y del
exterior de China? Si, como él, se tiene una visión realista de las
capacidades de un país y se contempla a largo plazo el objetivo
final de la mejora del nivel de vida de la población, yo creo que
no.
Una disputa personal con
consecuencias políticas
La figura de Deng Xiaoping que se presenta en este libro es bastante
diferente a la que muestran otras obras escritas hasta la fecha.
Lejos del hombre revolucionario y reformista que trazó todo el plan
de las cinco generaciones que elevarían a China al nivel de potencia
mundial se describe aquí como un hombre mayor, que pese a compartir
muchas de las ideas reformistas en materia económica (que no
política) con Zhao, es una persona muy influenciable y hasta cierto
punto fácilmente manipulable. Es difícil saber si realmente la
personalidad de Deng era fruto de un hombre que vivió en una época
gobernada por Mao y que temía que la situación política volviera a
ser como en el pasado, por lo que prefería mirar hacia el futuro y
hacer en cada caso concreto aquello que creyera conveniente con tal
de evitar nuevas revoluciones. Lo que sí se puede apreciar es el
afecto y el respeto que tenía Zhao por Deng Xiaoping, por lo que
presentarle como una mera marioneta del sector duro conservador del
Partido podría simplemente ser una manera de excusar a un hombre que
promulgó la Ley Marcial que llevaría a las tropas a matar a cientos
de civiles.
Pero si realmente las ideas de un veterano como Deng podían virar de
rumbo debido a la influencia de otros políticos (como parece ser la
tónica del gobierno en China), el deterioro de sus relaciones con
Zhao podría haber sido uno de los alicientes al desenlace del 3 de
junio. Al margen de las terribles consecuencias que tuvo la editorial
del 26 de abril del Diario del Pueblo, que puso en boca de
Deng la etiqueta de <<contrarrevolucionarios>> para
referirse a los estudiantes que se hallaban en la plaza de Tiananmen
(que, en muchos casos, se trataba de hijos únicos de familias con la
capacidad adquisitiva suficiente para hacer que fueran a la
universidad y que formaban parte de las juventudes comunistas), Zhao
se lamenta de las acciones que pudieron molestar a su protector a
nivel personal, como el malentendido que tuvieron a raíz de la
visita del presidente ruso Mijaíl Gorbachov. El antiguo Secretario
General del Partido se pregunta cómo habrían sido las cosas si Deng
no hubiera impuesto la Ley Marcial en la reunión celebrada en su
casa, y de cómo pudo haber evitado perder su confianza hasta el
punto de apartarle completamente de sus funciones políticas y de
llevar a China, de nuevo, por la senda de la 'mano dura' contra las
manifestaciones y opiniones personales de los ciudadanos.
Estado de Ley versus
Partido Comunista Chino
Por último, otro tema que encuentro de especial importancia en
Prisionero de Estado es la prueba que encarna el propio Zhao
de las prácticas ilegales impunes del Partido Comunista. Siempre con
el objetivo de mantener una fachada uniforme, de cara a sus
ciudadanos y a los gobiernos del exterior, el PCCh se saltó por
completo la Constitución del 82 al arrestar a Zhao.
El problema es que para un sistema democrático parlamentario como
por ejemplo el nuestro, la Constitución es la Ley suprema que define
el marco de actuación de los partidos políticos y de la población,
pero en China existe de facto un órgano supralegal: el propio
Partido Comunista. Como el propio Zhao Ziyang denuncia en sus cartas
al Comité Central y a los miembros del Politburó en repetidas
ocasiones, legalmente el PCCh no tiene potestad para privarle de su
libertad personal. Basta con la lectura de unos pocos artículos de
la Constitución china del 82 para darse cuenta de ello1.
La Costumbre se impone a la Ley, y mientras la mentalidad de la
población y de los dirigentes chinos no cambie, a ojos de países
internacionales no será nunca plenamente constitucional. Por
desgracia, en el marco de las relaciones internacionales prima el
interés económico y de estabilidad política, y por más que
existan medios a escala mundial para denunciar prácticas abusivas de
los gobiernos sobre sus ciudadanos, ningún país tomará la decisión
de meterse en asuntos internos de otro país. La denuncia por parte
de los medios de comunicación y la concienciación social parecen
ser, por ahora, las únicas armas con las que poner incómodo al
Partido Comunista Chino, para el que las actuaciones que realiza para
mantener la buena imagen que quiere dar puede ser un arma de doble
filo.
Es triste que el objetivo del PCCh de alejar a Zhao Ziyang de la
mirada pública tuviera efecto. En muchos de los libros que mencionan
hechos históricos de China, Zhao tan solo aparece en una línea o de
pasada, normalmente para explicar que antes de la tragedia del 3 de
junio fue a la plaza de Tiananmen a hablar con los estudiantes con
rostro lagrimoso, y no se menciona su posterior arresto domiciliario.
<<El
secretario general del partido, Zhao Ziyang […] y el primer
ministro Li Peng […] se acercaron a la plaza para dialogar con los
estudiantes aunque sin éxito. El talante próximo y comprensivo de
Zhao Ziyang hacia las protestas estudiantiles fue duramente criticado
por el partido y aquella sería su última aparición pública.>>
2
<<Zhao
Ziyang y Li Peng no se pusieron de acuerdo sobre cuál sería la
mejor manera de actuar. […] El 19 de mayo, Zhao Ziyang visitó a
los estudiantes en huelga de hambre y dio la impresión de que
simpatizaba con sus exigencias. […] Se culpó a la cúpula del
Partido, y Zhao Ziyang fue destituido por no haber mostrado una
actitud firme frente a los estudiantes.>> 3
Cuesta creer que los sucesos y las batallas políticas entra
bambalinas que se narran en sus memorias pasaran a finales de los 80.
Las reacciones a los intentos de Zhao para llamar la atención sobre
su falta de libertad personal (como la anecdótica salida para jugar
al golf que realizó basándose en la falta de una sentencia directa
de arresto) son propias de los años de la Revolución Cultural, y no
de una China en la que el Partido Comunista declara que
<<administrará la nación con arreglo a derecho y al imperio
de la Ley>>4.
Conclusión
Antes
de leer Prisionero del Estado
no conocía la figura de Zhao Ziyang, pero aunque la conociera de
antemano hubiera tenido que revisar todas mis opiniones de él. No se
trata de un hombre revolucionario por estar 'avanzado en su tiempo' o
por llevar a cabo grandes reformas impactantes, sino por fijarse en
el objetivo último de la mejora de calidad de vida de los ciudadanos
y del crecimiento económico con el que garantizarla.
Creo
que es un hombre que era perfectamente consciente de la época en la
que vivía y, lo que es más, de la época en la que se encontraba la
mentalidad de la mayoría de veteranos del PCCh. Intentó con mayor o
peor éxito 'jugar' con las reglas del juego de la política del
Politburó y de los veteranos para llevar a cabo una reforma gradual
de la economía y del mercado chino (algo novedoso después de los
experimentos y altibajos de Mao Zedong) y creía firmemente en que la
única salida posible para el desarrollo político de su país era
con la implantación de un sistema democrático parlamentario y con
el Estado de la Ley. Además, fue más allá y no solo planteó
respuesta a los problemas puntuales que se le presentaban, sino que
también analizó el propio modelo en el que se asentaban las líneas
generales de la política del Partido, con la intención de sanear de
raíz dichos problemas. Mientras que otros miembros del Politburó
tenían miedo de enfrentarse directamente a los 'peces gordos' del
partido, Zhao Ziyang se mantuvo siempre que pudo en primera línea
defendiendo sus ideales (incluso cuando no contaba con el apoyo de
Deng Xiaoping).
Uno
de los objetivos de esta obra– mantener viva la imagen de Zhao y
darle el sitio que le corresponde en la historia de China– creo que
se cumple a la perfección. Tras leer El Prisionero del
Estado no sólo he conocido una
figura importante sino que además he aprendido mucho más de otros
personajes y del funcionamiento y división del PCCh que con
cualquier manual de historia.
Por desgracia, creo que otro de los objetivos (más bien una discreta
aspiración) del libro– concienciar a la generación actual de
políticos y ciudadanos de China sobre las posibles soluciones
políticas y económicas a las que ha llegado Zhao tras años de
razonar en su aislado domicilio con las que mejorar a su país–
caerá en saco roto. Como se temían los editores, el libro no ha
sido publicado en China (sin contar HK), aunque esperan que a través
de las redes sociales se difunda el mensaje de Zhao Ziyang y llegue a
un mayor número de personas.
Bibliografía
- Fernández Lommen, Yolanda, China: La construcción de un Estado Moderno, Madrid: Los libros de la Catarata, 2001, 300pp.
- J.A.G. Roberts, Historia de China, Valencia: Publicacions de la Universitat de València, 2008, 391pp.
- Higueras, Georgina, China: La venganza del dragón, Barcelona: Ediciones Península, 2003, 302pp.
1Capítulo
I: Principios Generales.
Artículo
5
El
Estado salvaguarda la unidad y la autonomía de la legalidad
socialista.
Ninguna
ley, disposición administrativa o reglamento de carácter local
debe contradecir la Constitución.
Todos
los organismos del Estado y las fuerzas armadas, los partidos
políticos y organizaciones sociales, las empresas e instituciones
deben observar la Constitución y las leyes.
No
se permitirá que ningún organismo o individuo disfrute de
privilegios por encima de la Constitución y las leyes.
Capítulo
II: Derechos y Deberes fundamentales de los ciudadanos.
Artículo
27: La libertad personal de los ciudadanos de la República
Popular China es inviolable.
Ningún
ciudadano puede ser detenido sin la autorización o decisión de una
fiscalía popular o la decisión de un tribunal popular, y la
detención no puede ser ejecutada sino por los organismos de
seguridad pública.
Se
prohíbe practicar ilegalmente el arresto de cualquier ciudadano o
privarle por otros medios ilegales de su libertad personal o
restringir la misma. Se prohíbe realizar sin autorización
registros personales a cualquier ciudadano.
Artículo
41: Los ciudadanos de la República Popular China tienen derecho
a formular críticas a todo organismo del Estado y a sus
funcionarios, y a plantearles sugerencias. […] Nadie debe reprimir
o tomar represalias contra los ciudadanos que las formulen.
2Fernández
Lommen, Yolanda, China: La construcción de un Estado
Moderno
3J.A.G.
Roberts, Historia de China
4
Pág. 146 – Prisionero del Estado.
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